Cerveza, cena y partida de dardos en el Rock Café, que por cierto, recuerdo que esa noche envié un sms y todavía estoy esperando la respuesta (que poca verguenza).
Ya que me tocaba a mí conducir, no sé cómo me las apaño pero siempre acabamos igual, intenté ver el proceso gradual de normal a punki, pero nada, algo se me escapó que lo perdí, y cuando vine a darme cuenta, el punki había vuelto.
Del viaje de vuelta a casa prefiero ni hablar, pues no me hubiera importado bajar a mis dos ocupantes en medio de la cuneta y que siguieran cantándole a la luna o a quien fuera, pero a mí no, desde luego, si eso era cantar, claro. Ayys, si es que el alcohol ya no sienta igual que cuando tienes 18 años!!
De cualquier modo y nuevamente fue un placer.
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